GUÍA DE MANEJO DEL DUELO

¿QUÉ ES EL DUELO? La pérdida de un ser querido es un acontecimiento muy estresante que casi todas las personas tendrán que afrontar a lo largo de su vida. Cuando se pierde a alguien muy importante, pese a ser algo natural, puede suponer un gran dolor, desestructuración o desorganización. El duelo es el proceso de adaptación que permite restablecer el equilibrio personal y familiar roto con la muerte de un ser querido. El duelo se caracteriza por la aparición de pensamientos, emociones y comportamientos causados por la muerte de un ser querido. “Cuando muere alguien importante una parte de nosotros muere con él” y esto sin duda provoca dolor. A pesar del sufrimiento que causa, el duelo es normal y ayuda a adaptarse a la pérdida, prepara para vivir sin la presencia física de esa persona y mantiene el vínculo afectivo de forma que sea compatible con la realidad presente. ¿QUÉ PUEDE AYUDAR A MANEJARLO? La experiencia de otras pérdidas sucedidas a lo largo de la vida ayudan a entender la intensidad y el significado de las nuevas. El recuerdo permite traer al presente aquellas estrategias que ayudaron a adaptarse a situaciones pasadas. Para contrarrestar el vacío causado por la muerte de un ser querido, es importante que las personas en duelo se beneficien de todo aquello que les produce bienestar, se escuchen a sí mismas y se propongan llevar a término todas aquellas acciones que les resulten provechosas. Buscar el apoyo de familiares y amigos; la persona en duelo en ocasiones necesita sentirse acompañada y en otros momentos busca estar sola. A veces uno espera la compañía de los demás, sin que ésta sea ofrecida y no se atreve a pedirla. Si el sentirse acompañado le resulta bueno, es aconsejable esforzarse en solicitarlo sin que esto signifique un signo de debilidad de su parte. En otros casos pasa lo contrario; las personas del entorno, por respeto y temor a no ofrecer lo que la persona en duelo necesita, tienen dificultades de acercamiento y olvidan que la compañía en silencio también puede resultar beneficiosa. Es necesario darse permiso para vivir y disfrutar con ello. Es recomendable recuperar paulatinamente el ritmo de vida anterior a la pérdida de la persona, llevando a cabo todas aquellas actividades que resultaban placenteras. Aunque ya no las pueda compartir con la persona fallecida, no debe privarse de encontrar espacios esenciales de bienestar. “El duelo es un proceso de cambio y con la muerte termina una vida, pero no una relación. Ésta se modifica de una relación de presencia a una de ausencia, pero la desaparición de alguien a quien amamos no nos obliga a olvidarlo.” cielo01